¿Qué sucedió hace casi 90 años, cuando se inició esos años denominados Gran Depresión? Todo comenzó, como hoy en día, unos años antes. La prosperidad y
el crecimiento se iniciaron en los primeros años de la década del 20, en plena
posguerra. El país más favorecido, a causa de su casi exclusión de la Gran
Guerra, fue Estados Unidos, que se convirtió en el principal polo proveedor de
productos alimenticios e industriales del mundo. En esa época se consolidaron
sectores industriales nuevos como lo eran la industria eléctrica, la química,
la petroquímica, la aeronáutica, la automotriz, el cine y la radiofonía. Eran
los años dorados del consumismo. (Cuidado, no se confunda, estamos hablando de
la década de 1920…)
La Bolsa de Nueva York se transformó en el centro de la economía mundial, donde
llegaban capitales de todo el mundo. El resto del planeta, sin embargo, no
crecía al ritmo de Estados Unidos. Hacia 1928, la acumulación de stocks empujó
los precios hacia abajo, produjo desempleo y pérdida de poder adquisitivo de la
población. Con todo, la especulación financiera siguió adelante.
¿En que consistía esa especulación financiera? Simple: la gente tomaba créditos
para comprar acciones, que día a día, y desde hacía años, subían sus valores.
Pero este valor no se correspondía con el valor real de las compañías. Era un
valor “ficticio”. Lo que se denomina en la jerga “bicicleta financiera”
Y finalmente sucedió lo inevitable. El 24 de Octubre de 1929 se produjo el
crack. Wall Street se quebró. Más de 13 millones de títulos que cotizaban en
baja no encontraron compradores y ocasionaron la ruina de miles de inversores
que habían comprado acciones con créditos que ya no podrían pagar.
LA SITUACION INTERNACIONAL
LA DEPRESIÓN SE EXTIENDE POR EL MUNDO
Dos hechos marcaron la situación internacional en los
años 30: la extensión por el mundo de la crisis iniciada en EEUU en 1929 y la
creación de gobiernos autoritarios
Como consecuencias de la crisis decayó el comercio
internacional y se devaluaron las monedas. La industria se redujo en Europa más
que durante la Primera Guerra Mundial. Se arruinaron millones de pequeños
comerciantes e industriales, granjeros, campesinos y accionistas.
Los países latinoamericanos, que basaban sus economías
en las exportaciones a Europa y EEUU sufrieron rápidamente los efectos de la crisis:
los países europeos y EEUU pusieron barreras proteccionistas y disminuyeron las
exportaciones latinoamericanas, cayeron los precios de las materias
primas que exportaban, no hubo inversiones de dinero procedentes de Europa o
EEUU, faltó dinero para adquirir maquinaria y combustibles para la naciente
industria. Los países desarrollados “exportaron” la crisis hacia los menos
desarrollados que no podían imponer precios ni decidir condiciones para el
comercio.
Por otra parte el tradicional comprador de América
Latina, el Imperio Británico, había perdido su hegemonía y sus compras eran
cada vez menores, mientras disminuían o desaparecían sus inversiones en
ferrocarriles, teléfonos, etc. Su lugar estaba siendo ocupado por EEUU, incluso
en países de tradicional influencia inglesa como Argentina, Brasil, Chile y
Uruguay. Pero las relaciones comerciales con EEUU iban a ser más duras que con
Inglaterra. EEUU impuso cuotas y limitaciones para algunas de sus importaciones
desde países latinoamericanos, sobre todo aquellas que competían con la
producción norteamericana. Por ejemplo, en 1926 EEUU prohibió la importación de
carne contaminada de aftosa, lo que le sirvió de excusa para impedir el ingreso
de carne refrigerada de Argentina y Uruguay.
Como EEUU fue el primero y el más afectado por la
crisis de 1929, América latina sufrió el impacto económico y social. En muchos
países de América Latina el estado intervino: se establecieron controles de
cambios de moneda, se devaluó la moneda y se restringieron las importaciones.
Se hizo necesario aumentar la acumulación de capital internamente (ya que no se
podía obtener por las exportaciones) y para eso se explotó más la
fuerza de trabajo: el desempleo generó un sobrante de mano de obra y los
salarios cayeron. Para controlar a los trabajadores fue necesario desactivar
los sindicatos y recurrir al patriotismo o la represión, por eso no debe
extrañar la formación de gobiernos autoritarios y dictaduras.
LA CRISIS EN URUGUAY
CONSECUENCIAS DE LA CRISIS
Disminución de las exportaciones.- La producción uruguaya tenía una característica
positiva: exportaba productos necesarios para la alimentación (carne) y para la
vestimenta (lana, cueros), por lo tanto eran imprescindibles y le permitió a
Uruguay no depender de un sólo mercado. Pero a pesar de esto igual no decidía
sobre sus exportaciones (ni la cantidad ni el precio), porque su peso en el
mercado era escaso dada el poco volumen de producción. Las
exportaciones uruguayas se vieron afectadas por la crisis: entre 1929 y 1932
los precios de la carne y la lana bajaron en un 55%.
El tradicional comprador de la carne uruguaya,
Inglaterra, firmó en 1932 los Convenios de Ottawa con sus ex-colonias, dándoles
preferencias en la compra de productos. Se trataba de la política
proteccionista establecida después de la crisis. Entre esas ex-colonias se
encontraban Australia, Nueva Zelandia y Canada, que también producían carnes y
lana. Esto perjudicó las exportaciones uruguayas.
Descenso de las importaciones.- Las importaciones descendieron, afectando a las
industrias que necesitaban maquinaria y combustibles. La importación de
máquinas y carbón cayó un 15%, mientras las importaciones de fuel
oil bajaron un 35%.
Devaluación de la moneda.- El peso uruguayo se devaluó frente a la libra
inglesa y el dolar norteamericano. En 1933 la devaluación del peso frente al
dolar superaba el 100% comparado con el valor de 1928.
Desocupación.- El censo de industrias que se hizo en 1930 registró 94000
trabajadores industriales, estimándose en 30000 el número de desocupados. En
1933 el número de desocupados se estimaba en 40000, casi la mitad de los
trabajadores industriales. Quienes conservaron su empleo no se encontraban a
salvo de la crisis porque los salarios bajaron mientras el costo de vida
aumentó. Según un informe de la Oficina Nacional de Trabajo de 1930, un tercio
de los trabajadores ganaba menos de lo necesario para la subsistencia.
Además esta desocupación provocada por la crisis se
sumaba a la desocupación que ya se venía dando por otras razones:
a) la renovación tecnológica, como la aplicación del
taylorismo en los frigoríficos, que había reducido en un 25% el número de
obreros, o el uso de cosechadoras en la agricultura (cada cosechadora sustituía
el trabajo de 10 hombres).
b) la sobre-oferta de mano de obra por la migración
del campo a la ciudad que afectaba a los trabajadores menos preparados como la
estiba en el puerto.
Caída de los salarios.- La sustitución del trabajo masculino por el de mujeres y niños a los
que se les pagaba menos salario fue una de las soluciones adoptadas por las
empresas privadas para mantener la ganancia de sus capitales. El diputado
socialista Troitiño informaba en la Cámara que “a las mujeres se les paga
generalmente la mitad del jornal que se paga al hombre, y a los niños se les
paga menos todavía, y, a la vez, se obliga a la mujer y al niño a rendir la
misma producción que antes hacía el hombre”. En 1932 el diputado batllista
Grauert denunció que el frigorífico “Artigas” de la empresa norteamericana
Armour, había despedido hombres a los que se pagaba $2,80 por día, para tomar
mujeres a las que pagaba $1,20.
La Oficina Nacional de Trabajo, un organismo del
gobierno, reconoció a comienzos de 1932 que “la profunda depresión sufrida por
la industria y el comercio, dio motivo, en muchos casos a supresiones de
personal, aumentando por tal causa las infracciones de las leyes y reglamentos
concernientes al trabajo, pues, muchos patrones, empresarios, buscaron por
dicho modo reducir sus presupuestos en materia de salarios”.
El desempleo y la caída del
salario redujo el consumo interno: el consumo de carne bajó un 18% y el consumo
de electricidad descendió 13%.
No hay comentarios:
Publicar un comentario