lunes, 14 de marzo de 2016

La segunda revolución industrial y las transformaciones en el capitalismo.

La segunda fase de la Revolución Industrial se desarrolló en Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos y Japón. Comenzó hacia 1870 y se extendió hasta 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial. Durante esta segunda fase comenzaron a aprovecharse nuevas fuentes de energía y surgieron industrias nuevas. Los fabricantes de maquinaria textil y herramientas agrícolas necesitaban hierro barato y de buena calidad. En respuesta a estas demandas se introdujeron importantes innovaciones en la industria metalúrgica, que dieron por resultado un metal más puro y manejable, el acero, y originaron la industria siderúrgica. El petróleo comenzó a usarse como combustible en un nuevo artefacto de gran importancia tecnológica, el motor de explosión o de combustión interna. En 1859 este motor se aplicó a la iluminación, y en la década de 1890 al transporte. La primera fábrica de automóviles —Daimler-Benz, antecesora de la actual Mercedes Benz— se instaló en Alemania en 1890. Simultáneamente, también comenzó a utilizarse la electricidad como fuente de energía. La lámpara eléctrica revolucionó los sistemas de iluminación; pero, además, la electricidad se empleó para mover diferentes máquinas y en algunos transportes públicos, como los tranvías.Por ejemplo, Nueva York fue la primera ciudad en tener un sistema de alumbrado eléctrico en 1882. Las industrias características de la segunda fase de la Revolución Industrial fueron la siderúrgica, la química y la eléctrica. La aplicación de los nuevos inventos a la industria provocó profundas transformaciones en la organización de la producción. Además, las nuevas industrias requirieron inversiones de capital muy considerables; por esta razón, las empresas que las realizaron tuvieron una capacidad de operaciones y de negocios mucho mayor que las empresas características de la primera fase.


La relación entre industrias fue cada vez mayor: por ejemplo la construcción empleaba acero, cemento, hormigón, lo que permitía levantar edificios de gran altura como los que empezaron a renovar las ciudades norteamericanas. 
Se crearon vínculos más estrechos entre el laboratorio científico y la fábrica. Ejemplo de esto es el trabajo del químico alemán Justus von Liebig que desarrolló una manera para conservar la carne. 
Otros inventos revolucionaron las comunicaciones: el telégrafo eléctrico permitió unir regiones lejanas; el teléfono inventado por Graham Bell en 1876; la radio a partir de los inventos de Marconi en 1896; la máquina de escribir (inventada en 1867), la fotografía y las proyecciones cinematográficas (1895). En 1901 se produjo la primera comunicación por radio a través de océano Atlántico. Con el aumento de las comunicaciones creció enormemente la producción de papel, desde 1875, a partir de la madera. Más papel pero también mejores sistemas de impresión: en 1865 se inventó la rotativa para imprimir periódicos de más de 1 millón de ejemplares.

Los ferrocarriles primero, y los barcos a vapor, más tarde, hicieron los viajes más rápidos, más regulares y también más baratos. Al mismo tiempo, el comercio de larga distancia dejó de estar limitado a los productos de lujo. Los nuevos transportes crearon condiciones para el comercio de larga distancia, por tierra y por mar, de productos de mucho peso y volumen y menor valor relativo, como los alimentos. Por ejemplo, los barcos frigorificos permitieron el comercio intercontinental de carnes congeladas.

concentración de empresas nuevas formas de capitalismo: monopólico y financiero.

Las nuevas industrias y la competencia entre países exigían mejorar la calidad de los productos y, por lo tanto, mayor inversión de capitales en comparación con la primera etapa de la revolución industrial. Si bien los talleres artesanales y las pequeñas fábricas subsistieron, predominaron las grandes empresas y la concentración industrial. Por ejemplo, en Alemania apenas tres grandes grupos dominaban la industria química: Bayer, BASF y Hoechst; y otros dos controlaban la metalúrgica: Krupp y Thyssen.
Además de las sociedades por acciones o sociedades anónimas, se formaron los trusts y los cartels. Estos dos tipos de concentración industrial buscan imponer en el mercado el monopolio de un determinado producto tratando de eliminar la competencia.
Las fábricas distribuyeron el trabajo por turnos. A fines del siglo XIX, un ingeniero estadounidense, Frederic Taylor, formuló un nuevo sistema de organización del proceso productivo: la administración científica del trabajo, conocida también como taylorismo. Su objetivo era encontrar el ritmo óptimo de trabajo, definido como aquél en el que se lograba la mayor producción en el menor tiempo posible. Esta estrategia permitió a los empresarios apropiarse de un saber que hasta entonces era exclusivo de los trabajadores calificados. La fuerte inmigración de trabajadores no calificados a Estados Unidos, que se registró a fines del siglo XIX y principios del XX, generó un mercado de trabajo acorde con las necesidades de este sistema.
Se buscaba reducir el tiempo que el obrero le dedicaba a cada tarea logrando mayor efectividad. A esta forma de organización se la conoce como el taylorismo.
Otra transformación fue la cadena de montaje en la década de 1910, a partir de la introducción de nuevas máquinas-herramienta y la conexión de todo el proceso de trabajo a través de la llamada cadena de producción o cadena de montaje, los empresarios obtuvieron mayor cantidad de productos en el mismo tiempo. El empresario Henry Ford fue el primero en aplicar en su fábrica de automóviles esta forma de organización del trabajo, que combinaba el taylorismo con un mayor grado de automatización. Más tarde la nueva organización comenzó a llamarse fordismo.
La combinación de la producción en serie y la aplicación del taylorismo y de la cadena de montaje permitió un enorme crecimiento de la producción industrial. Estos sistemas de producción exigían mano de obra especializada.

"Nuestra primera manera de hacer el armado consistía en montar nuestro vehículo en el mismo lugar, con los obreros trayendo las piezas a medida que se necesitaban, como cuando se construye una casa. (...) Nuestro primer progreso consistió en aportar el trabajo al obrero. Hoy, todas nuestras operaciones se inspiran en estos dos principios: nadie debe realizar más de una operación; nadie, en lo posible debe agacharse. El resultado neto de la aplicación de estos principios es de reducir para el obrero la necesidad de pensar y de reducir sus movimientos al mínimo.
En la medida de lo posible debe hacer una sola cosa con un solo movimiento. El obrero que pone un bulón, no pone la tuerca; el que pone la tuerca, no la ajusta.
No hay en el taller una sola pieza del armado que no esté en movimiento.
El trabajo que consiste en hacer siempre lo mismo y de la misma manera, constituye una perspectiva terrorífica para algunas organizaciones intelectuales. Para algunas inteligencias, en cambio, el pensamiento constituye algo temible. Para estas últimas, la ocupación ideal es aquélla donde el espíritu de iniciativa no necesita manifestarse. No he comprobado que la repetición de movimientos en el trabajo lleve al obrero a ningún tipo de perjuicio."
Henry Ford, citado en Laran y Willequet



Dentro de la tipología de concentraciones empresariales de ese momento destacan:

1.  El cártel es la agrupación de empresas de un mismo producto para controlar el mercado y evitar la competencia, pero sin perder su independencia. Por ejemplo, el cártel hullero alemán, que llegó a agrupar 100 empresas mineras.
2.  El trust es la asociación de varias empresas que cuentan con un solo directivo para gestionar la producción de todas ellas. Por ejemplo, laStandard Oil Company, fundada por Rockefeller en 1882.
3.  El holding es una sociedad financiera que controla varias empresas mediante la adquisición de la mayoría de sus acciones.

Todas estas agrupaciones tienden al monopolio y, a veces, sus poderes son tan grandes que pueden incluso utilizarse como medio de presión ante los Estados; de ahí que la legislación de algunos países se orientase hacia su prohibición.

Caricatura de la Standard Oil Company, por Udo J. Keppler (1904)
Un pulpo que tiene agarrados a inversores, industrias, gobernaciones, al Congreso
 y se acerca peligrosamente a la Casa Blanca.

Fuente: Wikimedia Commons

Este nuevo tipo de sociedad tenía como arquetipo al hombre de empresa que, con audacia e intuición, se convierte en el fundador de los monopolios. Rockefeller es el gigante del petróleo, Carnegie del acero, Morgan de la Banca, Ritz de la hostelería, Hearst del pe­riodismo, etc. Las dimensiones universales que adquiere la producción industrial provocan que a las antiguas ferias les sucedan las exposiciones internacionales como lugares de intercambio.

Un ejemplo de concentración industrial en Alemania.
Augusto Thyssen nació en 1842. Su padre poseía una pequeña fábrica de alambre. (…) En 1871 fundó en Mülheim una fábrica que, bajo el nombre de Thyssen y Cº, fue la base de todas sus empresas. (…) En 1884, Thyssen y Cº compraron una fundición y una fábrica de máquinas próximas a su establecimiento.
Thyssen había comprendido que para conseguir el poder industrial que aspiraba era necesario ser propietario de minas de carbón, puso sus ojos en muchas concesiones de las que pudo hacerse dueño comprando sus títulos. Para abastecer a sus fábricas, creó puertos sobre el Rin. Años más tarde, las preocupaciones de Thyssen estaban puestas en la búsqueda de mineral de hierro por todo el país: en 1910 empezó junto con capitales franceses a explotar mineral de hierro en Normandía y altos hornos en Caen (Francia). (…) Finalmente, fundó y administró la banca renana de Mülheim.

1. Identifica el tipo de concentración empresarial aplicado por Thyssen. Fundamenta.


“(...) Fundada en 1870 por D. Rockefeller en la ciudad de Cleveland y con un capital de un millón de dólares, Rockefeller, para eliminar competidores, adoptó una política indirecta; la del control de los transportes mediante la compra de compañías ferroviarias y de navegación.
Desde 1872 gracias a su filial ferroviaria (...) Logró el monopolio del transporte del petróleo (...). Algunas de las compañías integradas dificultaban algunas gestiones y maniobras financieras. Para evitar estas dificultades, Rockefeller decidió crear una estructura nueva y genuina: el trust. Mediante una convención, las acciones de todas las compañías quedaban asociadas en manos de un consejo de nueve personas. Con ello guardaba la dirección efectiva del enorme organismo, que se llamaba ahora Standard Alliance Oil Co. Of Ohio, sin oposición alguna (...).”

V. Vázquez de Parga. Historia económica mundial.

“Constituida en 1901 por la integración de una sociedad bancaria, dirigida por John P. Morgan, magnate de las finanzas, y un trust siderúrgico encabezado por A. Carnegie, la Carnegie Company of New Jersey, con capital de 160 millones de dólares, agrupaba entonces 11 compañías que, a su vez, controlaban otras 170 subsidiarias (...). Este holding gigante integrado por 783 establecimientos y fábricas, poseía los mejores yacimientos de hierro del Lago superior, varias minas de carbón e Pennsylvania , una flota de 110 navíos, una red ferroviaria de 2.340 km, 77 altos hornos y 250 hornos de laminado.”
V. Vázquez de Parga. Historia económica mundial.

El fin del capitalismo liberal

En las últimas décadas del siglo XIX, la economía capitalista sufrió una importante crisis originada por la fuerte caída de las ganancias de los empresarios. Esta disminución de las ganancias fue resultado de, por un lado, la caída de los precios de las mercaderías, consecuencia de la cada vez más fuerte competencia entre las empresas; y por otro lado, de la imposibilidad de bajar los costos reduciendo el salario de los trabajadores —ante la presencia cada vez más fuerte del movimiento obrero organizado. La gravedad de la situación planteó a los gobiernos de los países capitalistas la necesidad de revisar las ideas, aceptadas hasta entonces, sobre la no intervención del Estado en la economía. Los gobiernos de Francia, Alemania y de Estados Unidos comenzaron a intervenir realizando acciones concretas para evitar futuras crisis. Entre otras medidas, aplicaron políticas que restringían el ingreso de productos extranjeros en los mercados nacionales y emprendieron la conquista militar de nuevos territorios. La expansión imperial sobre Africa y Asia tuvo como objetivo obtener nuevos mercados y fuentes proveedoras de materias primas. A partir de entonces, los gobiernos de las potencias capitalistas abandonaron los principios del liberalismo económico y comenzaron a considerar a los otros Estados capitalistas como rivales.







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