Uruguay
de 1830 -1860: perfil, rasgos y obstáculos en el camino de la organización del
país
Población
Empecemos por el
hombre. En 1800, según Félix de Azara, la población de la Banda Oriental era de
30.000 habitantes. En un padrón de 1829, se contaban 17.000 habitantes en
Montevideo, con un desequilibrio muy grande entre los sexos pues había 6.600
hombres y 10.000 mujeres (el número global incluía 2.500 esclavos).
En 1830, se estimó la
población total del país en 74.000 habitantes: 14.000 (19%) en Montevideo y
60.000 (81%) en la campaña. La densidad resultante, 1 habitante cada 2.5 kms,
por baja, explica la escasa urbanización, la pobre sociabilidad rural en campos
casi desiertos y el debilísimo mercado interno, incapaz de sostener ninguna
industria.
Sociedad
Desde el punto de vista
social, el nuevo país tenía un dualismo marcado: Montevideo -campaña.
La ciudad europeizada
frente a una campaña semi-bárbara, la ciudad comerciante frente al campo
productor, eran rasgos generadores de un agudo antagonismo, que se tradujo en
las largas luchas entre "caudillos" y "doctores".
La campaña estaba
habitada por el gaucho, habituado a la libertad y con pocas necesidades para
satisfacer (con más frecuencia mediante el contrabando o el robo de animales
que por el trabajo, no abundante en un medio donde primaba la ganadería
extensiva). La carencia de una clase media de agricultores y estancieros
pequeños que diera estabilidad al medio, la soledad de los campos creada por
los numerosos latifundios, la facilidad de la obtención del alimento (ganado al
alcance de la mano, sin marca y sin cerco), el desorden provocado por dos
décadas de guerra, el odio a la autoridad (española, porteña, portuguesa,
brasileña), siempre represiva; todo ello contribuyó a crear un clima de
hostilidad a la ciudad, de donde venían las órdenes, los reglamentos, las
trabas a una libertad personal que se consideraba como el máximo bien, en una
escala de valores reducida.
Documentos
3.1
Charles Darwin en su
libro "Viaje de un naturalista alrededor del mundo» describió la situación
de la campaña oriental hacia 1832:
"Al día siguiente
llegamos al pueblecillo de las Minas. [ .. ]La comarca está tan poco habitada,
que apenas encontramos una sola persona durante un día entero de viaje. El
pueblo de las Minas aún es menos importante que Maldonado [...]
Pasamos la noche en una
pulpería o taberna. Gran número de gauchos acuden allí por la noche a beber y a
fumar Su aspecto es muy chocante: suelen ser fornidos y guapos, pero llevan
impresos en la cara todos los signos del orgullo y de la vida relajada; muchos
de ellos gastan bigote y cabellos muy largos, ensortijados por la espalda. Sus
vestidos, de colores chillones; sus grandísimas espuelas resonantes en los
talones; sus cuchillos, llevados en el cinto a modo de dagas (de los cuales
hacen tan frecuente uso), les dan un aspecto muy diferente de lo que pudieran
hacer suponer su nombre de gauchos o simples campesinos. Son en extremo
corteses; nunca beben sin pediros que probéis su bebida; pero mientras os hacen
un saludo gracioso, puede decirse que están dispuestos a asesinaros si se
presenta la ocasión..."
En Juan E.
Pivel Devoto, Alcira Ranieri de Pivel Devoto, Historia de la República... ob.
cit., p. 228.
El gaucho se expresó
por el caudillo, suma de pericia y coraje, al que se adhería por admiración
varonil y espontánea. Él fue centro de autoridad aceptada en el campo, tanto
más cuanto se oponía o tamizaba a la que provenía de la capital. Si caudillo y
gobernante eran la misma persona (Fructuoso Rivera), el Estado se hacía
obedecer; si no lo era, la vida política de la ciudad y de la campaña corrían
por carriles separados y con frecuencia se enfrentaban.
En la ciudad, la
actividad comercial, que fue su esencia, marcó la vida económica, política y
cultural. Abierta al mundo, las influencias ideológicas y de la moda europea
calaron hondo en una burguesía que se iba enriqueciendo y aprendiendo a manejar
el Estado a través de sus hijos doctores, como había manejado sus negocios
familiares (estancia, comercio de importación, saladero, barraca, barcos). Miró
a la campaña como sede de "barbarie", y a] gaucho como residuo del
indígena salvaje que debía desaparecer para que la "civilización",
que entendía representar, se asentara definitivamente en el país. Ello
implicaba orden, autoridad, sujeción a la voluntad de los hombres cultos
("los doctores") de la ciudad.
Comunicaciones
Similar era la realidad
de comunicaciones y transportes. A pesar de no tener accidentes geográficos
relevantes, la falta de caminos y puentes era casi total (ni pensar todavía en
el ferrocarril) y durante el invierno las carretas, diligencias y hombres a
caballo no podían sortear muchos ríos. Por ejemplo, el Río Negro cortaba en dos
a la República, y la parte norte del territorio hallaba más fácil comunicación,
comercio y salida con Brasil que con su propia capital, Montevideo. Esta,
todavía a mediados del siglo XIX, se comunicaba con los departamentos a través
de dos correos terrestres mensuales (que trasmitían las disposiciones
ordinarias del Gobierno Central). Desde el litoral, aprovechando el Río
Uruguay, se demoraba 48 horas en "bajar" a la Capital (desde
Paysandú, 400 kms), mientras que la diligencia que venía de Rivera -con
pasajeros agotados- demoraba 6 ó 7 días para cubrir su distancia de 500 Kms.
Opiniones
3.1
La situación de los
transportes en los inicios del Uruguay independiente
"En los primeros
decenios de la República se constata la permanencia de los modos de transporte
terrestre que caracterizaron la época colonial: la carreta tirada por bueyes y
el caballo jineteado. Sin embargo se enriquece la utilización de los medios de
transporte de tracción a sangre, mediante la introducción de la diligencia, así
como en la mejora de las formas organizativas, mediante la incorporación de un
modo de comunicación terrestre de mayor complejidad: el sistema de posta en
postillones.
Las caravanas de
carretas tiradas por yuntas de bueyes constituyen una forma generalizada en la
comunicación entre distintos puntos del territorio nacional. La organización en
caravanas es consecuencia de la inseguridad de la campaña, resultante de la
ausencia de un efectivo dominio del territorio por parte del gobierno. [...]
La organización de las
postas a caballo es, sin lugar a dudas, la innovación más trascendente del
período [...] en relación a los modos de comunicación terrestre. El sistema de
postas a caballo, o en postillones, implica, [...] una radical mejora técnica
en el enfoque global del transporte terrestre. La complejidad del sistema se
comprende si se piensa que está basado en la coordinación de postas locales
[...] Ello supone la existencia de numerosas casas de postas, donde se produce
el relevo de animales y hombres y eventualmente la distribución local de
objetos, una disponibilidad cuantiosa de caballos y personal de postas [...] y
una administración centralizada que organiza el sistema y responde ante el
Estado en el cumplimiento de su contrato."
"Durante los
primeros decenios de la República [permanecen] los modos de comunicación
acuática, típicas de la época colonial, excepción hecha de la incorporación de
los vapores, usados preferentemente en la navegación transatlántica.[...]
El transporte fluvial
se realiza mediante embarcaciones que recorren el río Uruguay, el Río de la
Plata y sus principales afluentes o mediante el sistema de jangadas, bajando el
río Uruguay, en forma similar a lo acontecido durante la colonia.
Desde el año 1819, en
el que el "Sabannah" une al nuevo y el viejo continente, los vapores
en forma progresiva van sustituyendo, en particular para las grandes travesías,
a los antiguos veleros."
Hugo Barachini, Historia de las comunicaciones en el
Uruguay, Montevideo, Facultad de Arquitectura, 1981, pp. 37/46.
Economía
A este primitivismo
correspondía la explotación ganadera, que determinaba la estructura económica
del país. A la "caza" del ganado libre ("orejano"), sucedió
la estancia cimarrona, donde se imponía al animal un matiz de mansedumbre
aquerenciándolo en la zona, para luego cuerearlo. Algunos estancieros
introdujeron tímidas prácticas de rodeo, castración y marca, que producían
vacunos destinados a los saladeros. En cualquier caso, la ganadería fue
extensiva y los latifundios predominaron en el campo, desarrollando una
explotación donde había un vacuno por hectárea o hectárea y media, y un hombre
cada 3, 4 ó 5.000 vacunos. Las guerras revolucionarias habían acentuado el
desorden en la propiedad de la tierra y del ganado: ausencia de títulos,
límites imprecisos, propietarios españoles emigrados que reclamaban sus
tierras, donatarios artiguistas temerosos de expulsión por deber su propiedad a
la Revolución, carencia o confusión de marcas de ganado; todo ello demoraría
aún muchos años en solucionarse. Mientras, la que sufría era la única riqueza
que tenía el país: la producción de ganado vacuno, debida, y esto debe
subrayarse, a que la Naturaleza proporcionaba su sustento, pasto y agua, y no
el esfuerzo del hombre.
.
Documentos
3.2
Informe del cónsul
francés en Montevideo, R. Baradére, sobre la situación de la ganadería hacia
1830:
"La verdadera
riqueza [...] es la prodigiosa abundancia de ganado, que atrae el comercio de
todas las naciones y suministra por si sola todos los medios de intercambio.
Es así que los cueros
de caballo y de vacuno, las lanas de mediocre calidad constituyen los únicos productos
que atraen aquí al comercio extranjero. Estas tres especies de animales se
reproducen con una prodigiosa fecundidad sin necesidad de los medios
rigurosamente necesarios en nuestros climas de Europa. [...]
La más abundante de las
especies es, sin contradicción, da de los bovinos, llamado ganado vacuno que
constituye por consecuencia la principal y verdadera riqueza del país. Es de
lamentar que la administración no posea datos apropiados para calcular el
número exacto de este ganado en todo el territorio [...] Recurriré aún a los
registros de Aduana para dar una idea aproximada al respecto. Resulta de la
compulsa de dichos registros que desde 1829 a 1833, es decir en el término de
cinco años, se ha aportado por el puerto de Montevideo un millón trescientos
cincuenta mil doscientos cuarenta y seis (1.350.246) cueros vacunos. Se puede
aumentar grandemente esta cifra a un cuarto si se incluye en ella a los salidos
por contrabando. A pesar de esta destrucción, que puede comparársele, por así
decir, con la tala de nuestros bosques, el número de estos animales se halla en
vías de gran aumento. Así, no es raro ver propietarios de muchos millares de
vacunos, sin contarlos caballos y los lanares, y no temo ser tachado de
exagerado al advertir que los hay que poseen de 30 a 40 y aún 50.000
cabezas."
Alfredo Castellanos, Breve historia de la ganadería en el
Uruguay, Montevideo, 1971, pp. 48/49.
La agricultura era
mínima, pues el alimento básico y casi único en el interior era la carne
vacuna. Había chacras en los alrededores de los centros poblados, y
especialmente de Montevideo, que abastecían la escasa demanda de trigo y
hortalizas.
La industria se
limitaba a pocos saladeros que elaboraban los cueros, carne salada (tasajo) o
seca (charque) y sebos para la exportación. El ganado criollo era huesudo, de
cuero pesado y resistente, lo que convenía a esta primitiva industrialización.
Los cueros iban a Europa, y las carnes saladas servían de alimento a los
esclavos negros de Brasil y Cuba. En la Colonia se había iniciado esa inserción
del comercio internacional del país y la independencia no cambiaría nada en
este plano por largos años.
En 1830, la exportación
fue de $ 2.500.000, de los cuales e170% se debió a los cueros ($ 1.800.000); el
15% a] tasajo ($ 400.000), y el resto a sebos, grasas y crines. El país
dependía de un solo tipo de productos (los derivados de la ganadería) y de
pocos compradores (Inglaterra, con $700.000; Brasil, con $400.000). Desde su
origen, entonces, fue monoproductor y dependiente.
Pero si se producía en
forma primitiva, Montevideo, puerto de mar y abierto a las influencias, modas e
ideas europeas, ya había adoptado hábitos de consumo correspondientes a países
europeos del siglo XIX. En 1829 se importó mercadería extranjera por
$2.500.000, y de ellos correspondieron $800.000 a vino español y telas
inglesas. Producción primitiva y hábitos de consumo civilizados producían un
desequilibrio evidente en la balanza comercial: en 1829-1830 se compró por
valor de $5.277.000 y se exportó por $4.470.000. Se pagó el saldo en oro y el
país comenzó a endeudarse.
Finanzas
La situación financiera
del naciente Estado se correspondía con los pobres recursos del país. Ante una
población escasa y en su gran mayoría indigente, las fuentes impositivas se
angostaban. La única riqueza de importancia -tierras y ganados- abonaba mínimos
impuestos por la total ausencia de contralor estatal y por la fuerte oposición
de los grandes hacendados a pagar.
Sólo quedó como gran
recurso el comercio exterior: la situación privilegiada de un Montevideo donde
entraban productos europeas para el país y buena parte de la cuenca platense
(e1 "comercio de tránsito") y salían cueros y tasajo de las fecundas
praderas uruguayas para Europa y América, también fue aprovechada por un Estado
ávido, que vivió muchos años de los impuestos de aduana. En 1829, por ejemplo,
de un total de ingresos que no alcanzó a 1 millón de pesos, más de $700.000
correspondieron a los derechos aduaneros (78%). Atado a casi una sola fuente de
ingresos, el Estado fue vulnerable a los sectores que se los proporcionaron a
lo largo de todo el siglo ("alto comercio", importadores,
saladeristas, barraqueros).
Si por el lado del
ingreso la situación era difícil, no lo fue menos por el del egreso. El
Presupuesto General de Gastos de 1831-32 ascendió a $700.000; de ellos, el
Ministerio de Guerra absorbió los dos tercios en pago de sueldos, retiros,
pensiones y armas. Es cierto que se salía de 20 años de guerra revolucionaria,
que culminó con la independencia nacional, lo que explica el desmedido tamaño
del ejército para los recursos del país, pero también lo es que el sobrante
para atender otros gastos del Estado (jueces, 0.06%; instrucción pública,
0,02%; salud, 0,002%) por muchos años fue irrisorio.
Política
La Constitución de
1830, que los "doctores" elaboraron, parecía perfecta en el papel,
pero era inadecuada a la realidad social, que se quería ignorar o superar.
Negarle el derecho del voto al peón jornalero y al analfabeto, por citar un
ejemplo, era anular políticamente a la mayoría del país y reservarse para sí,
para las pocas familias privilegiadas económica y culturalmente de aquel
Montevideo ochocentista, la conducción del Estado y el usufructo del poder.
El país todo carecía de
madurez política: salvo el Cabildo, el período colonial no había ofrecido
posibilidades de desarrollar experiencia de gobierno; durante la Revolución,
ello fue posible en algunas oportunidades, pero la guerra devoró todo el tiempo
disponible; el escaso nivel cultural de toda la sociedad (ciudad y campo)
conspiró contra una experiencia política de gobierno propio: se confundió
gobierno con caudillo, y autoridad con Constitución. Las luchas políticas se
tradujeron en enfrentamientos personales en torno a las figuras señeras de la
Revolución, cuya protección o enemistad decidía la suerte de los ciudadanos en
desmedro de la imparcialidad de la ley.
Tampoco había una
conciencia de nacionalidad. No podía haberla en realidad, cuando los vínculos
con las Provincias Unidas (que remontaban a la época colonial) seguían siendo
estrechos y sus problemas se confundían con los problemas orientales. Las
fronteras con el litoral argentino y el noreste brasileño eran jurídicas (y
todavía estas últimas indeterminadas), no alcanzando a romper las relaciones
geográficas, sociales y hasta familiares que habían unido esos pueblos durante
siglos.
Opiniones
3.2
El gaucho y los
caudillos
"¿Qué entiende el
gaucho de la política de la ciudad? [...J Alejado de la ciudad cuyos hábitos y
política le son ajenos, huraño con el Doctor que le desprecia, receloso de las
autoridades cuya arbitrariedad siempre teme, ¿cuál será su intervención en la
vida pública? Necesariamente seguirá a los caudillos. El caudillo es un gaucho
como los demás, por sus sentimientos y por sus hábitos, pero más inteligente,
más enterado, más enérgico, más emprendedor; su prestigio le viene de la
superioridad de sus condiciones respecto a la masa. El gauchaje deposita en él
su confianza política; es una delegación de soberanía hecha de modo tácito;
sabe que donde está el caudillo está su causa."
Montevideo y los
doctores "La ciudad es
europea por su cultura universitaria; en ella vive el comercio extranjero, y
está en contacto con Europa por el viajante, por el intercambio, por la
imprenta; la ciudad es la civilización europea establecida en América [
...]."
Alberto Zum Felde, Proceso histórico del Uruguay,
Montevideo, Universidad de la República, 1963, pp. 176/177 y 180.
Ningún gobernante
uruguayo de estos años llegó a pensar en términos exclusivamente orientales; de
allí la "internacionalización" de los partidos y el hecho de que el
partido precediera a la Nación. En 1836, en la batalla de Carpintería, hubo
"colorados" y "blancos", pero todavía no uruguayos.
La aún inexistente
conciencia nacional fue bien aprovechada por los países vecinos. Herederos de
los respectivos Imperios, ni Argentina ni Brasil, poderosas naciones,
renunciarían fácilmente a su deseo de anexarse el territorio uruguayo.
Intervinieron ampliamente en la política nacional para lograrlo, apoyando a
caudillos o a doctores, a gobiernos o a revolucionarios, para fomentar
situaciones que justificaran su intervención y posible establecimiento
definitivo. Esa injerencia se correspondía con la visión todavía no-nacional de
nuestros caudillos y de nuestros doctores, quienes no vacilaron – a su vez- en
llamar a los países vecinos en ayuda de sus respectivos bandos políticos. Larga
empresa fue para el país consolidarse como Nación, en la realidad política
interna, en la convicción de sus gobernantes y en el sentimiento de sus
habitantes y sólo cuando estuvo a punto de desaparecer como tal (como ocurrirá
durante la Guerra Grande, 1839-1851), se tomó conciencia del peligro y se
comenzó a transitar por la senda de la nacionalidad uruguaya.
luego de leer el primer panorama a trabajar!!!!
Ejercicios
1-
Busca en el diccionario y anotas las palabras que no entiendes.
2-
¿Qué diferencia hay entre los recuadros que se titulan “opiniones” de los que
se titulan “documentos?
3-
Subraya la información más importante.
4-
Realiza una lista con las características del país en esta época.
5-
¿Qué era un gaucho y qué era un caudillo? ¿Qué diferencias hay entre ambos?
6-
¿Por qué el autor habla de una oposición entre el campo y la ciudad?
7-
¿Cuáles eran las principales actividades económicas? ¿Cuál era el problema
mayor de la economía?
8-
¿Qué significa la inexistencia de conciencia nacional? ¿Qué problemas políticos
trajo esto?
9-
Realiza un cuadro con dos columnas: en una enumera las características del país
y en la otra por qué son obstáculos para la organización del país. (Por
ejemplo: Escasa población – problemas de seguridad.)
10-
Después de haber leído el texto y realizado los ejercicios, explica porque los
historiadores llamaron a esta etapa de la historia del Uruguay, entre 1830 y
1860, “El Uruguay comercial, pastoril y caudillesco” (para eso debes explicar y
relacionar con lo leído cada una de las características de la frase)
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