TERRA Y EL GOLPE DE
ESTADO DE 1933
LA PRIMERA PRESIDENCIA DE TERRA
LAS ELECCIONES DE 1930
En medio de la crisis económica y con la fragmentación
partidaria concurrieron los partidos a las elecciones de noviembre de 1930.
El Partido Colorado presentó tres candidatos a
presidente y la novedad era que el Batllismo se dividió en dos tendencias. Un
sector batllista promovió a la presidencia a Gabriel Terra; otro sector, que
tenía el respaldo del diario “El Día” manejado por los hijos del fallecido
Batlle y Ordóñez (César, Lorenzo y Rafael), apoyó a Federico Fleurquin. El
tercer candidato colorado era la del riverista Manini Ríos. El Partido Nacional
llevaba dos candidaturas presidenciales: Luis Alberto de Herrera y Eduardo
Lamas.
Triunfó el Partido Colorado y dentro de este el sector
batllista que postulaba a Terra.
TERRA CONTRA EL Consejo Nacional de Administración (CNA)
Apenas asumido el cargo (marzo de 1931), Gabriel Terra
se negó a concurrir a las reuniones de la Agrupación Colorada de Gobierno, el
órgano donde los diferentes sectores del partido coordinaban su acción
gubernamental. Era evidente que el presidente quería gobernar por su cuenta y
no quería subordinar su actuación a las decisiones partidarias. Además nombró
ministros de todas las fracciones coloradas, desconociendo el peso decisivo del
batllismo en su elección. Las relaciones con los “batllistas netos” (los hijos
de Batlle y Ordóñez y el diario “El Día”) fueron cada vez más tensas. El
presidente se rodeó de dirigentes antibatllistas, y los batllistas, que tenían
la mayoría del Consejo Nacional de Administración (cuatro en seis consejeros
colorados), comenzaron a cuestionar las decisiones del presidente Terra. Las
diferencias políticas internas del P. Colorado se trasmitían a los órganos de
gobierno: un enfrentamiento entre el Presidente y el CNA.
Además en el Senado había una mayoría del P. Nacional,
mientras que en diputados la representación proporcional y la paridad en las
diversas listas no permitía a nadie tener una clara mayoría. Todos los órganos
parecían estar enfrentados y se neutralizaban uno al otro. Desde diversos
sectores se comenzó a exigir un “gobierno fuerte” y efectivo.
El Comité de Vigilancia Económica, donde se
nucleaban los sectores más poderosos de la economía, encabezó esos reclamos. Y
sus críticas aumentaron cuando el CNA tras un acuerdo entre los batllistas
netos y los nacionalsitas independientes tomó medidas para enfrentar la crisis.
Esas medidas, surgieron del acuerdo de octubre de 1931
entre el batllismo neto (con mayoría en el CNA) y los nacionalistas
independientes (con importante representación en el Senado). El acuerdo (el
pacto del chinchulín lo llamó Herrera), implicaba una cuotificación política de
los directorios de los entes autónomos (dos tercios para la mayoría colorada y un
tercio para la minoría nacionalista). Y el reparto de los cargos públicos entre
los dos sectores acuerdistas. Este reparto, más el impuesto a los sueldos, hizo
impopular al CNA y favoreció a los sectores conservadores que se oponían a él.
En setiembre de 1931, siete meses después de
asumir la presidencia, Terra inició una campaña para reformar la constitución.
Comenzó recorriendo el interior del país, donde era menor la influencia del
batllismo neto, logrando la adhesión de los enemigos del colegiado y de la
política reformista. Como el sistema de reforma constitucional era muy largo,
Terra consideraba que se debía recurrir a un plebiscito directo, una forma
rápida de “salvar al país”.
La campaña para reformar la constitución se incrementó
con el paso de los meses y a medida que la depresión se hizo sentir
más en los bolsillos de los ciudadanos. En el discurso de Terra se asoció cada
vez la reforma de la constitución con la “salvación nacional”. Era evidente que
Terra y quienes lo apoyaban quería “desempatar” la situación política
eliminando la influencia en el gobierno de los batllistas netos.
Pero para cambiarlo por la vía legal no tenían
mayoría. En las sombras se iba gestando el cambio por medio de la fuerza; tanto
los sectores empresariales, como el riverismo y el herrerismo, presionaban a
Terra para que este se definiera. En marzo de 1933 Terra se definió.
EL GOLPE DE TERRA
En los primeros meses de 1933 la campaña a favor de
una reforma de la constitución de cualquier manera y al costo que fuera se hizo
virulenta. Los sectores conservadores utilizaron sus diarios para
difundir sus críticas a la constitución y al CNA. El herrerismo trató de llegar
especialmente al sector rural, su tradicional sector de apoyo. Para eso, y
explotando los problemas del campo (al endeudamiento que se había estado
generando desde años anteriores se le sumó la langosta), impulsó una “marcha
sobre Montevideo”. Incitando la tradicional rivalidad de la campaña con la
capital mostraba a Montevideo, tradicional baluarte batllista, como un lugar
corrupto, desde donde se gobernaba en forma absurda al interior. Y hasta se
hacía referencia a la marcha de los fascistas sobre Roma que había dado el
poder a Mussolini hacía diez años atrás “Italia se hallaba como se
halla hoy nuestro país, antes de la Marcha sobre Roma. Desorden, caos,
corrupción, política pestilente, desorganización social, ruina... Y bien
¿porque no hacer nosotros una marcha sobre la ciudad corrompida, esta capital
nuestra que, indiferente al dolor del país, se apresta para las fiestas del
verano y del carnaval?”
En diciembre de 1932 se había iniciada la prédica para
hacer la marcha en forma pacífica: vengan en silencio, con los brazos inertes,
no habrá sangre, expresaba “La Tribuna Popular”. Pero en febrero de 1933 el
planteo era más agresivo: “Marchar sobre Montevideo!... Montevideo
sibarita y materializada, residencia oficial del colegiado, nido de los
políticos rapaces que venden leyes por empleos. Montevideo, egoísta y
sensual... ¡Sí,marcha sobre Montevideo, con armas o sin ellas..!” se
leía en un artículo de “El Debate”.
EL GOLPE Y SUS CONSECUENCIAS
Otros hechos sucedían en marzo de 1933 que también
prepararon el camino hacia el golpe. El presidente Terra, en mensaje a la
Asamblea General advertía que estaban por llegar los días de mayor crudeza de
la crisis económica. La desocupación había llegado a niveles altísimos, el
estado estaba atrasado en el pago de las pensiones a la vejez, y la Intendencia
de Montevideo debía los salarios de diciembre. La falta de moneda extranjera
impedía a muchas empresas importar materia prima para industrializar y las
compañías importadoras de derivados del petróleo hacían un boicot que casi
paralizaba al país.
El diputado socialista Líber Troitiño, analizando el
agravamiento de la crisis, advertía que los sectores poderosos estaban apoyando
en todo el mundo los gobiernos de fuerza para someter e los trabajadores y
hacerles pagar la crisis: “...estos poderosos que aceptaban la
democracia, que aceptaban cualquier sistema político cuando ganaban el 30 o 40%
en sus negocios, ahora lo rechazan porque no pueden ganar más que el 4 o 5%”.
La “marcha
sobre Montevideo” promovida por los sectores conservadores se fijó para el día
8 de abril. Para organizarla se conformó una comisión donde se encontraban los
dirigentes de los grupos de presión empresarial, políticos de reconocida
militancia antireformista y hasta militares retirados. Aparecían apellidos
vinculados a las familias más ricas: Romay, Ortiz de Taranco, Butler, Peirano,
Bordaberry, Santayana, entre otros. A través de conferencias dadas en Radio
Montecarlo (propiedad de los Romay) se fue preparando la marcha.
El día 29 de marzo el Ministerio del Interior realizó
un comunicado anunciado que se tomarían enérgicas medidas para que la marcha
del día 8 se realizara con normalidad. En esos días se rumoreaba que los
sectores colegialistas harían todo lo posible para sabotear la marcha; esos
rumores daban pie al gobierno para tomar esas medidas. Al día siguiente, 30 de
marzo, en “El Día” se publicó un manifiesto firmado por las figuras más
importantes del batllismo neto. En él se expresaba que: “Todas las
fuerzas oscuras de la reacción y el despotismo se coaligan para destruir la
obra de paz, de libertad y de justicia que hemos realizado al precio de tanto
esfuerzo, de tanta sangre y de tanto dolor.”
La respuesta de Terra no se hizo esperar. Los sucesos del 30 y el 31 de marzo de 1933.- En
la tarde del 31 de marzo el presidente Terra dirigió un mensaje a la Asamblea
General comunicando una serie de medidas extraordinarias que se tomaban para
evitar desórdenes:
1) Censura previa de la prensa que atribuya propósitos
dictatoriales al gobierno.
2) Intervención de las cárceles para evitar la fuga de
delincuentes (otro rumor que circulaba decía que los colegialistas soltarían a
los presos para crear un clima de inestabilidad el día de la marcha).
3) Intervención policial de UTE y las aguas corrientes
para asegurar los servicios telefónicos y telegráficos y el suministro de
energía eléctrica y agua.
Ese mismo día Terra se instaló en el Cuartel de
Bomberos con una importante fuerza policial. Mientras tanto la Asamblea
General, en la madrugada del día 31, rechazó las medidas tomadas por el
presidente y exigió que las levantara. Votaron esta resolución los representantes
batllistas netos, nacionalistas independientes, cívicos, comunistas y
socialistas. Se opusieron, o sea que apoyaron las medidas de Terra, los
terristas, los riveristas y los herreristas. Terra mantuvo las medidas y además
resolvió:
- disolver al Consejo de Administración Nacional;
- disolver a la Asamblea General;
- encarcelar a los dirigentes políticos opositores;
- formar una Junta de Gobierno integrada por
representantes de los sectores políticos que lo apoyaban. Esta Junta de
Gobierno asesoraría al presidente y formaría una lista de nombres
para formar una Asamblea Deliberante que reformaría la Constitución. El golpe
había sido dado.
Estas medidas fueron seguidas por otras que tenían el
propósito de ganarse el apoyo popular:
- reducir los grandes sueldos y las jubilaciones de
los adinerados;
- la nueva Asamblea Deliberativa tendría menos
integrantes que la disuelta Asamblea General;
- reducir el número de los directores de los entes del
estado.
APOYOS A TERRA
En el plano político apoyaron el golpe de Terra sus
allegados provenientes del batillismo, los grupos colorados antibatllistas
(riveristas, sosistas y vieristas), y el herrerismo que era la mayoría del P.
Nacional. Estuvieron en contra los batllistas netos, los nacionalistas
independientes, el Partido Socialistas y el Partido Comunista. Se dio así un
corte dentro de cada partido tradicional, cosa que no era nueva, lo que
demostraba la escasa vinculación ideológica que tenían quienes votaban bajo un
mismo lema.
El golpe fue dado con apoyo de la policía y de los
bomberos; no hay participación militar, aunque resulta obvio que sus mandos
debieron ser consultados por Terra antes de embarcarse en un golpe de estado.,
asegurándose al menos la neutralidad del ejército. La mayoría de los oficiales
eran colorados riveristas, por lo que debemos suponer que veían con buenos ojos
el desplazamiento del batllismo del poder.
Las medidas de quienes se oponían al golpe de estado fueron escasas y
carentes de eficacia. La prensa se vio maniatada por la censura previa, muchos
dirigentes fueron detenidos o salieron del país, los sectores políticos
contrarios al golpe estaban divididos y lo mismo sucedía con los sindicatos. No
había un plan sólido y coherente para enfrentar al golpe y Terra se impuso tan
sólo con el apoyo de la policía. La Universidad fue un centro de agitación
antigolpista pero su incidencia era reducida y tan sólo se evidenció en el paro
estudiantil decidido por la FEUU (Federación de Estudiantes Universitarios del
Uruguay).
A esto hay que agregar la apatía popular. Las razones
pueden ser varias: indiferencia y cansancio de la actividad política,
preocupación por los problemas económicos cotidianos que los sectores populares
no vinculaban con los sucesos políticos, apoyo a una “salida” sin detenerse a
pensar cual era esa salida. Los historiadores Caetano y Jacob señalan que
también influyó en la apatía la “preparación del golpe” a través de la prensa,
lo que hizo que se tomara como algo normal y lógico: “Se quería -y de
allí buena parte de la campaña periodística previa -que el golpe de Estado
apareciera como un fenómeno que había madurado tanto, que al producirse
finalmente, no podía provocar mayor impacto en la opinión pública”.
La prensa adicta al régimen (que no tenía censuras
para atacar a los sectores desplazados del gobierno) se encargó de resaltar el
lleno total del auditorio del Sodre o la gran concurrencia que el día 2 de
abril tuvo un partido entre Peñarol y Flamengo en el Estadio Centenario.
Todo parecía normal. Sin embargo dos hechos de sangre
empañaron la “normalidad” que querían los golpistas: la muerte del diputado
Julio Cesar Grauert y el suicidio del ex-presidente Baltasar Brum. Grauert se
tiroteó con la policía, fue herido y detenido. Al no recibir atención médica
murió. Brum no permitió que la policía lo detuviera y se suicidó frente a su
casa, marcando con su gesto el rechazo a la dictadura de Terra.